
El Akelarre de San Sebastián
Ibon Abad (Uzanza Editorial), Diciembre 2022
Es curioso cómo ciertos elementos de la ficción son atemporales. Uno de ellos es la curiosidad por los mundos paralelos, ese “y si” tan persistente en la imaginación de los autores, especialmente cuando tenemos la oportunidad de contrastar los rasgos de lo real y lo que solo existe al otro lado del velo literario. En ‘El Akelarre de San Sebastián‘ (Uzanza Editorial), Ibon Abad lleva a cabo ese mismo ejercicio con la ciudad titular, creando una versión fantasiosa, mágica y con unos avances tecnológicos ignotos en nuestro lado: Galerna.
Desafortunadamente, ese reflejo no es sino uno caído en desgracia: toda esa magia ha consumido el mundo, muchas criaturas poderosas que para nosotros no entrañan más que mitos son reales allí y ponen a los humanos que restan en jaque continuo. Y, claro está, los restos de cualquier suerte de avance han resultado ser víctima de la decadencia que ha sido fruto de tantos años de desatención, logrando una imagen mental del lugar bastante única dentro del género.
No es un lugar agradable en el que vivir, claro está: para sus ciudadanos, no hay otra prioridad que mantenerse vivos al final del día, lo que enturbia la moral de los locales. Eso, además, acaba desembocando dudosos pactos con lo sobrenatural: lo que resta, lo hace bajo la protección de una poderosa bruja, pero… ¿A qué precio? Sin embargo, ese frágil equilibrio se tambalea cuando una niña ciega y un conductor de autobús cruzan accidentalmente el portal que une ambas versiones de la ciudad.
Mas no es en la premisa, sino en el viaje donde está el verdadero jugo de la obra. Si ver cómo la relación entre los protagonistas se va afianzando a pesar de sus trasfondos tan dispares es el corazón del relato (y, en muchos aspectos, la columna vertebral que te mantiene pasando las páginas) mientras buscan el camino de regreso a casa, la forma de descubrir Galerna a través de sus gentes y sus costumbres es donde este libro tiene su alma. ‘El Akelarre’ sabe jugar con los secundarios como vehículo narrativo, enseñándonos que la circunstancia es capaz de modelar de formas inesperadas la forma de actuar y que la ciudad, a pesar de hallarse contra las cuerdas, está viva y respira.
Quizá haya echado en falta que la dualidad de mundos que se postula al inicio de la novela (especialmente, el hecho de que el impacto que uno de los lados acaba teniendo en el otro) se presente como una amenaza aciaga que ponga en jaque la Donosti real en lugar de explorarse de una forma más orgánica y que, frente a un elenco tan extravagante y colorido, la villana no acabe por destacar tanto como me hubiera gustado, pero ‘El Akelarre de San Sebastián‘ sabe presentar una historia ligera, disfrutable y capaz de dibujar en tu mente lugares que no has visitado (¡o, si lo has hecho, traértelos a través de las palabras!) con tanta precisión a través del reflejo de otro mundo.