Microrreseñas #2

Amanda Black: Una herencia peligrosa

De vez en cuando, me gusta pasearme por las librerías de los hipermercado. Ver qué es lo que está de moda, lo suficientemente atractivo como para garantizar ponerlo al lado de las ofertas ecológicas. Y, entre los libros dedicados a la chavalería, uno llamó mi atención: la saga de ‘Amanda Black’, de Juan Gómez-Jurado y Bárbara Montes. No tengo muy claro qué fue lo que me llamó la atención, pero supe que en algún momento tenía que disfrutar qué era capaz de ofrecer.

Así que le eché un vistazo. Necesitaba ver qué era lo que motivaba a los nuevos lectores. Y su primera entrega, ‘Una herencia peligrosa’, me pareció entrañable. La historia de una niña poco favorecida cuya familia esconde un secreto que cambiará toda su vida es algo cuya efectividad está perfectamente demostrada a lo largo de las generaciones. Un acelerador para la imaginación de los más jóvenes y un lugar nostálgico para los que ya arrastramos varias décadas. Porque funciona. Funciona más allá de la premisa gracias a su ejecución cuidada y el carisma relatable de la protagonista titular.

Eso sí, esta primera entrega resulta demasiado introductoria, pero… ¿No da eso aún más ganas de ver qué más aventuras correrá la joven?

 

Splatoon 3

¡Otra ración de calamares! Tras la sorpresa inicial en Wii U y la secuela que llegó al público más general en Nintendo Switch, esta tercera entrega de ‘Splatoon’ parece caer en tierra de nadie. Sí, hay mejoras y novedades, pero acaban resultando demasiado nimias como para justificar una nueva entrega, si bien para los jugadores puede ser una excusa perfecta para revitalizar un poco la fórmula e inflar de nuevo una comunidad que ya empezaba a desgastarse.

Pero hablemos del modo monojugador. Después de la Octoexpansión del segundo juego, la barrera estaba alta. Y si bien el modo es capaz de superar a las historias originales, se antoja demasiado inconsecuente a estas alturas de la vida. A pesar de las pequeñas (y refrescantes) mecánicas nuevas, la sensación que se acaba teniendo es poco más que continuista. No existe un salto cualitativo, no existe un salto narrativo, no existe nada que te haga sentir «esto justifica el tres en el título». Máxime con un pack de contenido descargable anunciado en la lontananza.

«El mismo juego 3», definitivamente. La pregunta es si para ti es lo suficiente.

 

More than a married couple, but not lovers

Me encantan las comedias románticas y me gustan aún más si su premisa es absurda. Y ‘More than a married couple, but not lovers’ lo logra a cañonazos. Un instituto en el que, como parte del currículum, se pide a los alumnos que finjan un matrimonio como práctica para la «vida real». Junta eso con las elecciones más caótica en las listas iniciales y el tropo de «chica enérgica y chico introvertido» y tienes los ingredientes perfectos para unas buenas risas.

La ejecución, eso sí, acaba antojándose algo mixta. A lo largo de los doce capítulos, la sensación de «saben perfectamente lo que están haciendo, pero no hay nadie al volante» era un constante. Los enredos se suceden de la forma más calculada (si bien no tan bien hilada como debiera) para aumentar exponencialmente el grado de entropía de la trama, con un grado de éxito más o menos variable. Los personajes, a pesar de caer demasiado en ciertos clichés de la adolescencia en la ficción, terminan cayendo bien, pero tampoco brillan demasiado por su carisma.

Eso sí, como muchas de las series populares del género, termina cayendo de bruces en una sexualización excesiva (y bastante inconsistente, todo sea dicho) que restan el impacto de las interacciones más adorables o, irónicamente, destrozan la sensualidad en los peores momentos.

 

Manolito Gafotas

Estas navidades eché un vistazo a las estanterías de la casa donde me crie y sentí uno de estos ataques de nostalgia al ver ‘Manolito Gafotas’ en mi estantería. Un poco saturado de magia profunda y ciencia ficción clásica, decidí meterme entre las páginas de los relatos costumbrista de mi infancia a ver cómo habían envejecido. Por eso, y porque hace poco descubrí que se publicó un último libro, llamado ‘Mejor Manolo’, y quería revivir el resto antes.

A decir verdad, fue toda una experiencia. No solo por el bonus de leer cosas así desde una perspectiva más adulta, ni siquiera por el de reconocer muchos de los sitios de Madrid que se describen tras haber estado viviendo allí. No, el corazón del libro sigue siendo la experiencia del niño charlatán que nos acompañó a lo largo de nuestra infancia. Es mágico el cómo muchas de las anécdotas siguen siendo perfectamente trasladables a la actualidad a pesar del auge de las nuevas tecnología y «los cambios en la pedagogía», por llamarlo de algún modo. Las dinámicas familiares resuenan a día de hoy y las divagaciones de Elvira Lindo son capaces de sacarte una sonrisilla sin proponérselo.

No digo que un niño de hoy día vaya a sentirse tan identificado con Manolito como uno de los noventa, claro está, pero sí que creo que esa pequeña cápsula del tiempo aún tiene mucho que enseñar tanto a los jóvenes de hoy día como a los nostálgicos que no conocieron la vida del chaval de Carabanchel.