
Pokémon Escarlata / Púrpura
Game Freak / The Pokémon Company
Nintendo Switch
LANZAMIENTO: 18/11/2022
“Después de este, no pienso tocar el próximo ni con un puntero láser” es algo que he dicho, redicho y requetedicho con un montón de franquicias. La apuesta de Game Freak por los monstruos de bolsillo siempre es la misma: presentar el mínimo producto viable y dejar que la inercia de la marca “Pokémon” haga lo demás. Y tras mis aventuras por Galar decidí claramente que lo que los monstruos de bolsillo aportaba había dejado de ser para mí.
Pero siempre hay alguna forma de cerrarme la boca y esa fue Leyendas Pokémon: Arceus. Por primera vez en muchos años, los simpáticos monstruos volvían a divertirme y, ante todo, a hacerme preguntar qué podía significar para el futuro de la saga. El tráiler de anuncio de Pokémon Escarlata y Púrpura respondió parcialmente esa pregunta con promesas sobre un mundo más abierto, pero también presentó una premisa sobre la mesa que no podía rechazar: “Pokémon pero en España”. Me armé de escepticismo pero me decidí y darle una oportunidad a la criatura.
Y en primer lugar, voy a hablar de lo inequívocamente bueno: la localización. Generalmente, los juegos de la franquicia nunca decepcionan en ese departamento, pero aquí han aprovechado la inercia de ser Pokémon Españita y han arrasado. Hasta las últimas consecuencias. Y me encanta. Equipo de localización, se os agradece poco.
No voy a hablar en esta reseña del deplorable desempeño técnico del título ni de sus cuestionables gráficos: sobre eso tenéis cientos de ejemplos a lo largo y ancho de la red, pero sí que me veo obligado a señalar cómo, en todas las facetas de lo que pueda llamarse “arte” este título supone un “quiero y no puedo”. Cosas como los entornos que sobre el papel te presentan como vivos y acaban reducidos a la simplicidad estilística por las limitaciones, la interesante arquitectura que la ejecución desaprovecha. Una banda sonora que (si bien con su buena ración de bangers que se tornarán atemporales) se siente en ocasiones tan ajena a la saga como mediocre. Un buen puñado de personajes variopintos y en los que merecería la pena ahondar más (salvo excepciones) acaban quedándose como piezas de fondo, tanto en la presentación visual como en la narrativa. Un conjunto que, simplemente, te deja un regusto amargo por lo que podría haber sido.
“Pero el juego es divertido”, habréis leído mil veces estas semanas. Sí. Efectivamente, es la primera vez que me divierto como un niño con un juego de la saga principal desde… ¿Blanco y Negro 2, hace ya una década? La libertad que te da esta entrega es capaz de darle cierta chicha a la aventura y muchas de las mecánicas más arcaicas se han pulido de cara a la correcta ludificación. Incluso he sentido, de algún modo, que esta entrega se sentía completa a nivel de contenido de su historia principal, sin momentos “no nos ha dado tiempo a hacer este gimnasio” como en las dos anteriores generaciones.
En cierto punto, el velo se descubre. La movilidad se hace algo rara, los combates empiezan a romper un poco el ritmo, echas de menos ideas que brillaban en el ya mentado Leyendas y, en esencia, el juego muestra sus costuras. Pero sigues jugando y nada puede quitarte la sensación: está varios estadios por encima de cualquier cosa que haya visto en los últimos diez años de la saga principal. Aunque muestre sombras, Escarlata y Púrpura tiene sus luces, y unas que brillan con toda la fuerza que las limitaciones de requerir un año más en el horno le proporcionan. Y me da pena, porque siento que este, por fin, es el camino de Pokemon.
¿Es eso un viso de esperanza para el futuro o una señal de que, por muchas ideas buenas que presente el equipo de diseño, la máquina de producción de Game Freak no va a traernos jamás lo que la saga merece?