Se acerca el 31 de diciembre y una sombra acecha junto a ese día: el ansia por clasificar el año. Especiales de televisión, galas de premios, listados interminables de hitos de este histórico 2020… Es sorprendente lo larga —y corta, al mismo tiempo— que se ha hecho esta rotación al Astro Rey por parte de nuestra canica azul, pero el fin está ya a la vuelta de la esquina. Y yo, en un intento de volver un poco a la mina de las letras no programáticas, me he propuesto hacer lo propio: centrarme en mi área de especialidad y redactar no una sino dos listas en celebración de lo más destacado del mundo del videojuego.
“¿Dos? ¡Pero si este año no ha dado para tanto!”, diréis algunos. “¡Pero una única lista es lo más óptimo!”, pensaréis otros. Entendiendo todas las premisas que puedan llevar a ese razonamiento y mis reservas habituales con este tipo de mensajes, os explico el por qué de la decisión.
Quien me conozca bien sabrá que considero que el acrónimo GOTY, véase, Game of the Year, debe respetar su base semántica. Es dos mil veinte, y por tanto, sólo pueden optar a ese honor los… Juegos de dos mil veinte. Al menos, en un espectro amplio y en lo que los grandes medios y votaciones populares debería respectar. Pero el que escribe estas líneas es sólo uno y, como un único jugador, ha tenido una experiencia que al mismo tiempo es personal e incompleta en lo actual pero que ofrece un grado de profundidad en el acortamiento de la lista de pendientes que no pudieron llegar a tiempo por motivos económicos, de cronograma o, simplemente, de no haber tenido la suerte de cruzarme con ellos.
Así que revisando un poco el listado de juegos completados he llegado a una conclusión que os satisfará: los más puretas querréis adheriros a la semántica, mientras que los más curiosos querréis la visión hacia atrás, el “qué ha aportado este 2020 a mi cultura videojueguil más allá de lo estrictamente lanzado este año”.
En primer lugar, eso sí, establezcamos un poco las normas para que un título pueda calificar en esta lista: en primer lugar, su fecha de lanzamiento —la original, en caso de ser un port sin más— en España tiene que ser previa al uno de enero de este año —porque, sí, tiene más sentido dar unos premios del año en un año natural que en uno ligeramente desplazado por las prisas—, mientras que yo como jugador tengo que haber completado su contenido base por primera vez a lo largo del año en curso.
Dicho esto, comencemos con el primero de los volúmenes y echemos la vista atrás para celebrar la fiesta a la que hemos llegado tarde pero que aún sigue dando de qué hablar.
Pero antes del top cinco a por el que todos habéis venido, reservemos unas menciones de honor a juegos que no han llegado al corte o de los que simplemente me gustaría galardonar con algún epíteto. Títulos que merecen pasar al recuerdo de 2020 por motivos que no tienen por qué corresponder con lo mejor.
Y revisando la lista de títulos que he jugado a lo largo de este año, hay un nombre que me gustaría mencionar. Uno que, de cumplir el requisito de haber jugado por primera vez probablemente se alzaría alto en el listado oficial pero que, no obstante, se merece una referencia como casi cada año. No es otro que Moero! Nekketsu Rhythm Damashii Osu! Tatakae! Ouendan 2, el clásico de 2007 de iNiS para Nintendo DS. Podría incluir toda la franquicia —que muy para mi pesar sólo comprende tres juegos— en este listado, pero si hay un título al que agradecerle sus servicios con el honor de Juego al que volver, sería éste, por su capacidad perenne de maravillarme con su humor, jugabilidad y buen hacer.
También podría deshacerme en elogios con River City Girls (WayForward Technologies, 2019) para asignarle el epíteto de Apuesta multijugador. Con una muy buena vuelta a la forma de del beat’em’up, la saga River City no podría ser menos y nos trae una aventura tan buena como las de antaño pero con un apartado artístico capaz de llevar el pixel-art al siguiente nivel y de volvernos desear que la opción de compartir sofá con nuestros amigos jugones vuelva a ser una posibilidad real.
Otro título que se merece un hueco bonito en esta lista es Gato Roboto (Doinksoft, 2019), que se ha ganado el apelativo cariñoso Algo pequeñito por su metroidvania de bolsillo. Probablemente lo completes al cien por cien en media tarde, pero a veces, los dulces tienen que venir en envoltorios muy pequeños.
No tan buena es mi percepción de Dragon’s Crown PRO (Vanillaware, 2018), que figura en esta lista como La gran decepción. Admito que mis expectativas estaban altas debido a los nombres que firmaban el título, pero a cada paso que daba en su historia las costuras se hacían más evidentes en una jugabilidad repetitiva, artificialmente extendida y cuyo argumento y construcción de mundo eran incapaces de compensar.
Y aún más negativa es mi visión del DLC de Radiant Historia – Perfect Chronology (Atlus, 2018). Sin entrar a juzgar su precio, pocos contenidos descargables me fuerzan a presentar el epíteto DLC que preferiría olvidar. Porque, sí, parte del contenido adicional son inofensivos trucos para hacer más sencillo tu paso por el juego que simplemente puedes ignorar u opciones estéticas que considerar opcionales —si bien como jugador puedas sentir algo insultante tener que pagar por las versiones originales de los retratos, por ejemplo—, pero las nuevas aportaciones a la historia alcanzan un nuevo punto bajo al no sólo ser escuetas hasta decir basta sino que en alguno de los casos son capaces de dañar puntos argumentales de la trama principal. Y sí, el que no lo hace es sólo una excusa para ver a los personajes del juego ligeros de ropa en aguas termales.
Pero dejando la negatividad de lado y pasando a menesteres más agradables es el turno de Ring Fit Adventure (Nintendo EPD, 2019) que sin mucho lugar a dudas se lleva a casa las menciones de Mejor Exergaming y Genio de la ludificación de un sólo plumazo. Y es que lo único que han hecho mal los de Kioto a la hora de presentarnos este periférico para hacernos sudar la gota gorda es no sacar más software compatible.
Y dicho esto, mencionemos a los dos títulos que han estado a poco de entrar en el penteto líder para asignarles sendas Menciones de Honor: por un lado, Katana Zero (Askiisoft, 2019), un título que ha logrado impresionarme con su retorcida narrativa, impecable jugabilidad y perfectísima ambientación. Por otro, Last Window: El Secreto de Cape West (CING, 2010), el canto de sirena de una mítica productora de aventuras gráficas. Tras jugarlo, no sé si alegrarme porque tuviera su pequeño foco en la era del Touch Generations que pretendía llegar a todos y le dio una magnífica traducción o si entristecerme porque unos años más tarde habría arraigado mejor en el nicho merecido.
Sin más dilación, ¡a la lista!
#5: Yakuza 6: Song of Life (Ryu Ga Gotoku Studio, 2018)
Tras un año en el que me he recorrido gran parte de la saga pródiga de SEGA —con perdón de los erizos azules—, poca sorpresa hay al encontrarnos una de las entregas de la vida de Kiryu Kazuma en este listado. No obstante, sólo dos de las que han pasado por mis manos este último año cumplían con el requisito de haber sido lanzadas antes del uno de enero —la remasterización de la tercera entrega y la que nos ocupa—, así que la decisión de cuál era fácil.
Y es que Yakuza 6: Song of Life, después de venir de una quinta entrega que rompe los moldes de la ambición y de una precuela capaz de reinventar la saga, dar un último giro de tuerca a la historia de Kiryu con una historia que, si bien es capaz de presentarse más personal e íntima, es capaz de atar un lazo final a una saga que nos ha acompañado durante trece años y de dar el salto a PlayStation 4 con un nuevo motor.
Esta última entrega me ha atrapado y emocionado a pesar del esfuerzo casi maratoniano en ponerme al día de cara a Like a Dragon y la nueva cara de la franquicia. Si los dos títulos anteriores me hicieron tener que frenar un poco de tanto en cuando para evitar la saturación, aquí buscaba de forma consciente un final que nunca iba a poder deshacer. Unas últimas subhistorias que ayudaban poco a poco a despedirnos del personaje, de sus hilos abiertos, de sus años de historia e incluso de algunos amigos olvidados.
Y después, me fui a jugar al béisbol. Kiryu se había ganado un último Home Run.
#4: Fire Emblem: Three Houses (Koei Tecmo / Intelligent Systems, 2019)
No os voy a engañar, buscar una posición a este juego en este artículo ha sido una de las tareas más difíciles de la preparación. Y es que en ningún momento me ha faltado el conflicto interno en esta aventura que tantas horas me ha tenido pegado a la consola con esta reinvención radical de la saga que pasó en pocos años de no cruzar las fronteras a haber asesinado de forma cruenta a mi Nintendo Wars de mi corazón.
Y es que Fire Emblem: Three Houses es una de cal y una de arena. Nunca he sabido cuál de ellas es la buena —y según al etimólogo que le preguntes te responderá una cosa distinta—, de la misma forma en la que me he visto confligido para dar una valoración tan alta al juego. Y es que los aspectos negativos, en especial los técnicos —aunque algunas motivaciones de dirección artística tampoco ayudan—, han hecho que este título sea incapaz de recibir mis valoraciones más altas.
Pero el contrapunto es claro y, al final del día, ha pesado más. No sólo es responsable de sacar a una franquicia de una época gansa de la que nunca creía que se recuperaría sino que es capaz de traerla a los tiempos actuales y ofrecer una justificación bastante más razonable sobre muchas de sus mecánicas, una personalización más amplia y unos buenos motivos para sentir a tu equipo —sea cual sea, incluso animándote a rejugarlo para que diverja más— algo con lo que crear lazos. Además, han podido dar la vuelta al estigma de las diversas rutas que acarreaba Fates para que, lejos de hacerla parecer una historia incompleta que reconciliar acabe siendo un vehículo más para mostrar los grises morales de los actores más importantes de esta épica.
Tiene mérito. Tiene muchísimo mérito hacerme confiar de nuevo en una saga que casi había dado por perdida.
#3: Astro Bot: Rescue Mission (Team ASOBI, 2018)
Si bien Astro ha pasado este año al imaginario colectivo gracias a su título de PlayStation 5, a muchos les sorprenderá saber que esa ya es su cuarta aventura. Bien es cierto que las tres primeras pasaron sin pena ni gloria debido a sus naturalezas, pero esta lista es tan mía que la voy a aprovechar para reivindicar el título insignia de PlayStation VR, Astro Bot: Rescue Mission.
Mucha gente sabe que soy un amante de los juegos de prados verdes y cielos azules, así que el estilo artístico de este título no tardó en entrarme por los ojos. Las comunidades dedicadas al casco de realidad virtual de Sony se deshacían en halagos también, así que tuve que probarlo lo antes que pude para ver de primera mano que la fama era merecida.
Es difícil dedicar unas líneas breves a un producto así: si lo tratas como el plataformas 3D que es, la experiencia es más que notable. Si lo tratas como un juego basado en la realizad virtual, la inmersión, estilo visual y ambientación sonora también es de órdago. Pero su mayor mérito está en derrochar carisma por los cuatro costados y enternecerte hasta el punto de que por mucho que presentasen para introducir una nueva consola, lo más destacado fuera poder ver a Astro y compañía de nuevo haciendo monerías.
#2: Radiant Historia: Perfect Chronology (Atlus, 2018)
Sí, este título ha sido capaz de llevarse un premio negativo y aún así, granjearse una medalla de plata en el podio anual. A pesar de la política de contenidos descargables de la compañía de Jack Frost y del destrozo monumental del diseño de una de los protagonistas de esta aventura atemporal, Radiant Historia: Perfect Chronology consigue ser una remasterización capaz de superar con creces al original de Nintendo DS.
Ya escribí sobre este título en su día en este mismo espacio, pero si tuviera que sintetizar, el motivo de que este título siga figurando tan alto, es que este título es capaz de tocar todas las teclas correctas conmigo. Una historia que supone viajes en el tiempo y líneas temporales alternativas —uno de mis géneros favoritos, si bien es muy fácil pifiarla en su desarrollo— bien construida, un sistema de combate férreo, una presentación redonda y una banda sonora más que destacable forman una base que sigue maravillándome a día de hoy.
Radiant Historia tiene magia. La magia de un título que descubres por curiosidad porque ni siquiera se ha lanzado en tu mercado y te encandila. Tanta que tras haber importado la versión original, corres a por un remaster con una mezcla de ilusión porque uno de tus juegos favoritos vuelva a tener el foco miedo por el modus operandi de Atlus a la hora de expandir historias antiguas.
Y todo va bien. Siempre y cuando finjas que no existe su DLC.
#1: Cross Code (Radical Fish Games, 2018)
Pero hay un título entre todos los demás que ha logrado el oro. Acabar por encima de todo el catálogo que he ido arrastrando es no sólo un mérito sino un increíble honor. Y más lo es cuando, de nuevo, vuelve a tratarse de uno de estos títulos con los que uno se cruza por simple y llana casualidad. Quizá este juego haya pasado por delante de mis ojos en alguna ocasión y simplemente no le haya prestado atención, quizá haya eludido mi mirada.
Pero en algún punto empecé a oír a mis allegados sobre Cross Code. No estaba muy seguro sobre qué iba todo pero poco a poco empezó a parecer en mi campo de visión gracias a un muy buen boca a boca. Así que me aventuré a comprarlo en su versión de Nintendo Switch, que salió al mercado este mismo año. Setenta horas de juego después ya había decidido que el juego encabezaría mi lista de menudo juegazo me he perdido de toda mi vida.
Tengo mucho que escribir sobre este título y me gustaría hacerlo con calma a lo largo de los próximos meses, pero por ahora daré las pinceladas básicas para justificar su puesto absoluto en este ranking. Creo que la primera sería la jugabilidad. Quizá estoy demasiado acostumbrado a que los Action RPG de corte 2D —y una muestra bidimensional preciosa con mucha personalidad y estilo— usen mecánicas limitadas al hardware que intentan imitar, pero Cross Code es capaz de presentar un sistema de combate capaz de integrarse de forma absoluta con los puzles y, al mismo tiempo, exigir un nivel de control más propio de los hack’n’slash más desarrollados de los entornos 3D.
Su narrativa también es algo que ha podido girar mis expectativas. A estas alturas ya el tropo de esto es un juego dentro del juego es algo que hemos visto hasta la saciedad. Quizá como marco narrativo, quizá para darle un poco más de sabor a la historia, o simplemente para justificar retazos de la jugabilidad. Aquí, la ambientación se lleva a los extremos lógicos: aunque a lo que jugamos sea una aventura prefijada, el equipo se ha trabajado muchísimo que la ambientación se sienta como lo que finge ser. Leer a personajes quejándose sobre los plazos de las actualizaciones, abusando de las físicas o haciendo grupos para sus propios fines de fondo dan un componente de viveza y autenticidad que son capaces de amplificar el efecto narrativo de algunos de los compases de la historia.
Seguiría escribiendo, porque halagos no me faltan, pero mejor me lo guardo para artículos posteriores o para vuestra sorpresa a la hora de probarlo de primera mano.
Ha sido bastante más extenso de lo que había previsto, ¡pero hasta aquí la primera ronda de los GOTY 2020! Ha sido una experiencia interesante revisar los títulos a los que he llegado tarde, me ha despertado gratos recuerdos y —espero— que esta recapitulación os sirva también a vosotros como lista de recomendaciones.
Por supuesto, y por muy personal que sea esta lista, escucho vuestros comentarios. ¿Alguna sorpresa que os hayáis llevado al dar una oportunidad a uno de estos títulos perennemente pendientes? ¿Algo que no había pasado por delante de vuestro radar hasta que el tener que estar encerraditos en casa os hizo fijaros en él? ¿Algún amigo os dio la brasa con un título que no os llamaba la atención y acabasteis cediendo y ahora os encanta?
Contadme vuestras historias, que yo seguiré narrando las mías.