
Mystic Quest: Raven's Banquet
Charlie Day, Megan Ganz, Rob McElhenney, 07/02/2020
Cuando te sientas a ver una conferencia de prensa de E3, te esperas videojuegos, más videojuegos y quizá algún servicio lúdico. Atrás quedaron los años en los que la figura del presidente señalando gráficos en un powerpoint en pantalla era la atracción principal y el tiempo en el que las empresas intentaban vender su hardware como un centro multimedia contándonos cuántas producciones habían comprado de forma semiexclusiva. Quizá por eso me sorprendió que, en medio de la nada, algo que parecía ser un extraño título jugable experimental —no sería el primero que se presentaba con vídeos de actores de imagen real— acabase siendo Mythic Quest: Raven’s Banquet, una serie coproducida por Ubisoft para el servicio de distribución de vídeo Apple TV.
Tardé en darme cuenta de qué iba la cosa más tiempo del que me gustaría admitir. Pero poco a poco fui cogiéndole el hilo a la premisa: esto era una serie de televisión sobre el desarrollo de un videojuego ficticio. Y, honestamente, después de la anterior aventura en las pantallas de Ubisoft con el filme de Assassin’s Creed, no podía confiar mucho en el producto. Pero por otro lado, las workcoms siempre me han, como poco, entretenido. Así que decidí apuntarla para futuro y disfrutarla según se publicara.
Pero la memoria de uno es un poco lo que es y el sistema de distribución de Apple no es precisamente el más popular entre sus competidores, así que tuve que esperar hasta que la última Ubisoft Forward hiciera mención de la serie para descubrir que, en efecto, ya había salido. Así que decidí ponerme manos a la obra con unas expectativas ciertamente templadas.
Pero el primer episodio subo dar con la tecla correcta para mí. En un piloto que declaraba firmemente su identidad, conocemos el desarrollo de Mythic Quest, el MMORPG más popular del momento, a punto de lanzar la nueva expansión. Poco a poco se nos presenta al equipo de desarrollo, liderado de facto por el director creativo Ian Grimm —Rob McElhenney—, un excéntrico narcisista que, a pesar de su personalidad imposible es capaz de dar en la tecla de lo que el desarrollo necesita para llegar un poco más allá. Pero como es de esperar, por muy alta que llegue su megalomanía, el famoso título tiene otras cabezas pensantes detrás, por lo que en un sucesión breve conocemos a los jefes de los departamentos de ingeniería, monetización y guion. Y, poco a poco, el elenco se va completando con otras piezas clave de un desarrollo como el quality assurance y la gestión de comunidad.
Quizá he dedicado demasiado espacio a contar una obviedad: el piloto se toma su tiempo para presentar al elenco principal. Pero creo que merece la pena señalar la importancia de esto porque es en el momento en el que, viniendo de la industria de la ingeniería o simplemente siendo un fan de los videojuegos, empiezas a sentirte identificado porque, a pesar de ser las típicas caricaturas que puedes encontrar de en cualquier work com, las acciones en las que se presentan son capaces de hacer que te sientas identificado en una crítica audaz a una industria como la de los videojuegos.
Porque si algo tiene Mythic Quest aparte de un sentido del humor más o menos afinado, es una enorme capacidad de crítica. A veces sutil, otras tantas fuerte como un yunque pero siempre con la capacidad de hacerte sentir incómodo y luego arrancarte un par de risas si la situación lo permite. La cultura del crunch, la injerencia ejecutiva, el circo youtuber, la falta de principios de los encargados de monetización, la discriminación en el mundillo… Sin duda, algo que hubiera considerado un mérito enorme en la fecha de estreno de la serie pero que alcanza unas nuevas dimensiones tras los últimos acontecimientos en la industria en general y en Ubisoft en particular. Ahora, no sabría si clasificarlo de acto de rebelión interno —al fin y al cabo hay docenas de pullas nada amigables a la compañía matriz de Montreal— o un ejercicio inmenso de hipocresía. Por ahora, y sabiendo que la consultoría de la parte orientada al videojuego y su comunidad ha venido de una parte ajena a toda la tormenta, querré pensar que se trata de lo primero.
No puedo decir que esta serie sea lo mejor que he visto. Algunos de los giros son predecibles y en ocasiones la crítica abandona la mordacidad para convertirse en una simple caricatura que puede hacer más daño que ayudar al tema que se quiere trasladar. Y, en ocasiones, algunas tramas con potencial quedan ensombrecidas o relegadas a un simple gag de fondo. Existe un potencial desaprovechado que esperemos una segunda temporada sepa aportar. Pero la facilidad de identificarte con la historia gracias a su narrativa y el carisma y buen hacer de los protagonistas —mención especial a Charlotte Nicdao, que encarna a Poppy, la jefa de ingeniería— hace que quieras ver otro episodio más al terminar el que estás viendo.
Y eso es incluso más de para lo que me apunté. Mythic Quest: Raven’s Banquet es una obra que ha resonado a la perfección conmigo y de la que tengo unas buenas expectativas para su próxima temporada. Inteligente, divertida y, si bien no siempre es totalmente acertada, capaz de hacer reír y sufrir.