Minirreseña – ‘Snake Pass’

Snake Pass

Sumo Digital

PC, Nintendo Switch, Xbox One, PlayStation 4

LANZAMIENTO: 28/03/2017

Sumo Digital siempre ha sido una de las navajas suizas multiuso más prolíficas de la industria. En sus manos está ponerse detrás de algunas de las ideas Disney Infinity, adaptar unos sudoku para Sony o escribir una carta de amor a SEGA con Sonic & All Star Racing Transformed. Así que, con el anuncio de Snake Passel primer título que era de ellos mismos para ellos mismos, muchos sentimos curiosidad.

Por circunstancias del mercado, ese lanzamiento también supondría el primer ejemplo comercial de Unreal Engine 4 en la por entonces recién nacida Nintendo Switch, por lo que el interés del público mayoritario fue más a la cuenta de píxeles y a qué efectos habría que rebajar en lugar de a lo que el título realmente tenía que ofrecer. Pero como dicen, el tiempo cura todo y la nube de humo técnico se fue disipando para empezar a poder valorar esta aventura como lo que es.

En Snake Pass encarnamos a Noodle y Doodle, una serpiente y un pájaro que harán equipo para averiguar quién está robando las gemas que mantienen en su lugar los portales entre las diversas partes de la jungla. Y, sin mucha más explicación ni concierto, llegamos a un nivel que hace las veces de tutorial y pone en marcha el extraño juego de exploración serpenteante.

Y es que lo sólido de la presentación de este juego yace en su premisa jugable. Noodle es una serpiente que hemos de controlar como tal. Pero lejos de los juegos con simulator en el título, nuestro reptil tiene un control sensato, si bien atípico, a los mandos. En la base, poco podemos hacer: movernos en el plano del suelo, levantar la cabeza, agacharla, apretar los músculos o pedir ayuda a Doodle para que levante nuestra cola para facilitar el movimiento.

Pero en su aparente sencillez jugable es donde nace el interés de este título: ¿cómo avanzar por un mundo plataformero así? Sin ánimos de hacer juegos de palabra: serpenteando. Si vamos haciendo eses sobre el suelo, avanzaremos más rápido que yendo en línea recta. Si nos encaramamos en zigzag a los elementos del escenario, no seremos víctimas de la gravedad. si nos enroscamos a una palanca, podremos accionarla.

Snake Pass hace de las limitaciones de una serpiente una experiencia divertida a la par que exasperante y proporciona énfasis en la exploración. Además de las gemas que nos permitirán avanzar de nivel, cada fase tendrá una serie de orbes mas o menos a la vista y unas monedas algo más escondidas para llegar al 100%, ofreciendo así un nivel de dificultad distinto para cada tipo de jugador.

Estéticamente, el título derrocha carisma. Nuestros protagonistas son coloridos y expresivos a lo cartoon y los escenarios están llenos de vida vegetal que hace que nos proporcione una sensación de jungla a pesar de las separaciones que toma de forma explícita respecto a la realidad para ser mecánicamente variados y trazables por un reptil. A pesar de ello, llegará un punto a lo largo de los quince niveles de este título en el cual seremos presas de la monotonía visual debido a sus bases de diseño. También resultona y monótona a la vez acaba siendo la banda sonora, que, a pesar de tener al célebre David Wise —conocido por su trabajo en los clásicos de Rare— al mando no es capaz de llegar a una decena de temas para la duración completa del juego. No ayuda en exceso que los temas sean tan similares entre sí y a obras anteriores del compositor.

Al final del día, una obra prometedora a tantos niveles como Snake Pass sólo ha pasado a ser poco más que una anécdota —si bien una agradable— en el catálogo de la octava generación de consolas. Si tienes la suerte de cruzarte con ella en algún servicio de suscripción, te aliento a darle un vistazo y probar de la originalidad de la premisa del juego, eso sí.