Minirreseña – ‘Gato Roboto’

Gato Roboto

DoinkSoft

PC, Nintendo Switch

LANZAMIENTO: 30/05/2019

A veces, necesitas poco más que un nombre para interesarte en un producto. Cuando escuché “Gato Roboto” en uno de estos locos boletines de Devolver Digital supe que iba a ser uno de esos casos. Si bien la alegría iba a aletargarse un poco —sólo un poco— al ver que la propuesta de DoinkSoft hacía gala de un estilo pixel-art monocromo del que estaba hastiado en la época, lo que había detrás de esos blocosos gráficos de color blanco y negro tenía potencial.

Había un gato —gata, en realidad— y un roboto. Vestir a una minina en un minimeca ya era un acierto de por sí, pero hacerlo para emular las ideas detrás del mítico Metroid lo era aún más. Todo esto, claro está, con el estilo gamberro del que tiende a hacer gala la editora. Tomé nota en mi lista de “juegos que en algún momento quiero probar porque me llaman la atención” imaginaria inmediatamente y, probablemente por el tiempo o la saturación de mi lista de pendientes, me olvidé.

Por suerte, pasaron dos cosas. La primera es que decidí que esa lista no fuera imaginaria. La segunda, que me volví a cruzar con este título en el Game Pass de Microsoft —y otro día os contaré por qué me mola (re)descubrir títulos ahí—, así que pude reconectar con la buena de Kiki, la protagonista epónima.

Kiki es una gatita un tanto traviesa pero leal. Cuando su dueño está atendiendo una señal de rescate, decide pisotear los botones y causar un accidente que hiere al piloto, por lo que será ella quien tenga que salvar el día. Por suerte, al comenzar a explorar el planeta encuentra un minimeca perfectamente capaz de albergar a un felino de tamaño medio en la cabina de control. ¡Bingo!

Y ahí empieza una historia que si bien roza lo simplista, es servicial y nos da una buena excusa para explorar cada una de las áreas colindantes al laboratorio del que provenía la señal. Aquí es donde insertamos la progresión clásica de obtener nuevas mejoras, vencer a jefes y, ya que estamos, hacernos con algún que otro coleccionable. Quizá de esto destacaría la posibilidad de desbloquear paletas de colores como aprovechamiento del estilo monocromo del juego. Quién diría que dos colores darían para tanta capacidad referencial.

Conforme progresas en el juego, te queda claro que la jugabilidad es sólida. Si bien el diseño de niveles no es el más inteligente del género —hay mucha competencia—, sabe tener suficiente encanto y aprovechar las mecánicas tanto si Kiki va montada en un robot como si va a patita. Mecánicas del traje, limitaciones ambientales o encuentros ingeniosos por doquier. ¿El problema? Que la escasa duración del juego hace que la evolución de las mecánicas se vea truncada antes de que te des cuenta.

Y es que si bien soy partidario del un juego debe durar lo que tiene que durar, no parece ser el caso en Gato Roboto. Puedes obtener el 100% en unas cuatro horas, lo que te hace pasar una buena tarde, sin duda. Pero acabas con la sensación de que podía ofrecer algo más, de que faltan mecánicas, de que hay ideas que se deberían desarrollar más. De que un gato metido en un exoesqueleto robot da mucho más juego.

Pero llegan los créditos y decides que te lo has pasado bien. Y eso hace que el viaje haya merecido la pena. Pero si eres de esos que mide el potencial de su inversión en un videojuego en las horas que puedes pasar al mando —craso error, también digo— o alguien que quiere ver lo mejor de cada idea que introduce en su consola… Puede que no sea para ti.

O, por qué no, que le des una oportunidad en un servicio de suscripción, que es donde las monodosis independientes deberían brillar más. Algo con un título tan molón como Gato Roboto merece un vistazo de los fans del género, ¿no?