Minirreseña – ‘198X’

198X

Hi-Bit Studios

PC, Nintendo Switch, PlayStation 4, Xbox One

LANZAMIENTO: 20/06/2019

La nostalgia es un motor de inspiración increíble, especialmente en el mundo del videojuego. Lo retraux mola y, para un medio que tuvo su infancia en la década de los ochenta, es algo muy próximo a los años mozos de muchos de los jugadores. Y 198X sabe cómo minar esa veta para llegar al corazón del jugón ligeramente entrado en años.

La premisa del título es sencilla: narrarnos la historia de la pubertad de un adolescente ochentero a través de su recién descubierto amor por los videojuegos. Para ello, se vale de escenas narrativas que trazan el hilo conductor y pruebas lúdicas inspiradas en diversas máquinas recreativas. Suena bien, ¿verdad?

Pero, de una u otra forma, el juego es capaz de fracasar en ambos frentes. Para su corta duración —completarlo nos llevará ligeramente más de una hora—, las secuencias no interactivas toman una parte demasiado notoria del tiempo de juego. Además, vienen acompañadas de una voz no muy bien dirigida —y peor aún mezclada, cayendo por debajo del resto del audio en ocasiones— que siquiera se sirve de subtítulos para los duros de oído o menos versados en el idioma de Shakespeare.

La jugabilidad, como era de esperar, es una ruleta. Cinco son las pruebas que nos ocupan: un Streets of Rage que funciona de forma más que satisfactoria y sirve como buena introducción; una suerte de R-Type que si bien se puede calificar como correcto peca un tanto a nivel de diseño; un OutRun que a pesar de estar bien implementado se desaprovecha a nivel lúdico; un runner de ambientación inspirada en la saga Shinobi que sería más que funcional como minijuego de cualquier obra más grande pero que supone un pico de dificultad por sus trampas con poco tiempo de reacción y, por último, un RPG que demuestra ser el mayor desastre de la compilación por su sobredependencia en el RNG.

Y… eso es todo, por desgracia. Una bolsa bastante mixta de experiencias jugables que son incapaces de perdurar. La escasa duración no hace muestra sólo en el cronómetro, sino también en la variedad. Por desgracia, el juego no cuenta con ningún modo desafío para jugar de forma más continua y variada a estas cinco apuestas. Ni siquiera el buen o mal desempeño se ve recompensando con más que la posibilidad de seguir avanzando en la escueta historia. Historia que a pesar de sus mejores esfuerzos no deja mucho espacio para desarrollarse de forma satisfactoria más allá de la rebeldía de un adolescente que está descubriendo poco a poco los efectos de la psique púber.

Sí que hay que felicitar al estudio, eso sí, lo acertado de la expresión gráfica. Sin abandonar el píxel gordo como arma artística esta obra decide no quedarse en las limitaciones añejas de los ocho o dieciséis bits, creando escenas brillantes que podrías exhibir mediante capturas estáticas con orgullo. Además, la idea de mantener el estilo unificado a lo largo y ancho de distintas ambientaciones es un acierto. De alguna forma sabes de un vistazo que todo forma parte de un mismo conjunto y terminas celebrándolo.

También se da el mismo caso con la música, aunque de forma más irregular. Si bien el tono se mantiene a lo largo de las cinco pruebas, la ejecución fluctúa mucho y en pocos casos consigue reflejar esa armonía que sí que se presenta en lo gráfico. No obstante, es fácil muchos de los temas por separado y celebrar su variedad de mezclas, que hace más divertido el viaje.

Pero al final del día 198X se aleja demasiado del concepto tradicional del videojuego para convertirse más en una experiencia. Su poco acierto a la hora de materializarse como algo realmente lúdico y en lo que el jugador se sienta una figura clave de la partida más allá del éxito o del fracaso a la hora de avanzarlo y una duración insuficiente como para sumergirte en lo que el estudio ha creado.

¿Es posible recomendarlo? En rasgos generales, lo dudo mucho. Sí que creo que si ninguno de los peros que cito en esta reseña es un problema para ti y si disfrutas del concepto experiencia, podría. Pero eso ya es un nicho dentro de un nicho.