Minirreaccionando – ‘Xenoblade Chronicles: Futuros Conectados’

Xenoblade Chronicles: Futuros Conectados

Monolith Soft

Nintendo Switch

LANZAMIENTO: 29/05/2020

Aviso: Me ha costado decidir qué hacer en la web con Xenoblade Chronicles: Futuros Conectados. Tengo la sensación de que no da lo suficiente como para un reaccionando habitual y, al mismo tiempo, que merece algo distinto a una reseña, así que he decidido juntar un poco ambos conceptos y dejar la reseña para cuando haya terminado el juego base al completo. Disculpad las molestias o desplazamiento respecto a vuestras expectativas a la hora de abrir el artículo.

⚠️ Alerta de spoilers: este artículo incluye destripes tanto de la trama original de Xenoblade Chronicles como de Futuros Conectados, así que si eres nuevo en la franquicia es mejor que vayas a leer cualquier otra cosa.


Muchos de vosotros sabréis a estas alturas —y si no, no que aquí quede por escrito— que Xenoblade Chronicles es uno de mis videojuegos favoritos. Por tanto, que una Nintendo Direct abriera dándome la noticia de que Definitive Edition contaría con un epílogo adicional fue una noticia que celebré muchísimo. Poco importaban las implicaciones y, por un rato, hasta me olvidé de mis diferencias con su secuela. Había más Xenoblade en el cartucho y eso no podía ser otra cosa que una noticia positiva.

Poco sabíamos de qué nos iba a deparar más allá de que los protagonistas serían unos Shulk y Melia rediseñados para la ocasión y que la zona en la que tendría lugar sería el hombro de Bionis, un área descartada del título original. Desde ahí, mi mente de fan se puso a cavilar. Mucho cabía en un episodio adicional. ¿Conexiones con Xenoblade Chronicles X? ¿Con Xenoblade Chronicles 2? ¿Ganchos a una secuela venidera? Si el equipo que había escrito estas historias quería ampliarla, se guardaban algo en la manga. Al fin y al cabo, sólo había que leer el título para esperar que esto conectara con el futuro de la franquicia.

Abrir el libro de arte también te hace pensar lo mismo: un mensaje del director ejecutivo, Tetsuya Takahashi, presenta este nuevo episodio de la siguiente forma:

Futuros Conectados se centra en el personaje e historia de Melia tras el final del juego principal. ¿Por qué Melia y no Fiora, Reyn, Dunban, Sharla o Riki? Bueno, es porque este episodio no es simplemente una nueva historia, sino un indicador de lo que nos depara el futuro. Los eventos que toman lugar y las palabras que se pronuncian aquí están enlazadas al futuro de Xenoblade Chronicles. Desde Monolith esperamos que, mientras disfrutáis de este nuevo episodio, soñéis lo que nos depara el futuro.

Así que, henchido en ganas —si bien con unas expectativas templadas sabiendo que el equipo que se ocupaba de esta entrega sería el equipo B de Monolith Soft— me aventuré con esta expansión y mi conclusión tras las doce horas que toma completar el episodio… fue bastante mixta.

Evidentemente, todas esas promesas de futuro quedaron rápidamente en saco roto más allá de las especulaciones más extremas que podamos llevar a cabo como fans. El argumento que se nos presenta es, sin dar muchos rodeos, básico y genérico. Los protagonistas deciden investigar en Alcamoth y una amenaza desconocida derriba la aeronave que les estaba llevando al lugar. Y, al parecer, esa amenaza es un tal señor de la niebla que viene de una grieta. Desgraciadamente, cuando llegamos al final hemos vencido a esa entidad pero no sabemos de dónde viene, por qué está ahí ni cuáles son sus consecuencias más allá de un ominoso comentario que indica que es un mal presagio.

Y… eso es todo, amigos.

Por suerte, no es lo único que encontramos en este epílogo, claro está. El verdadero interés está en las expansiones que realiza en horizontal y en la evolución del personaje de Melia desde la chica insegura por la conclusión de la historia principal hasta su aceptación del título de emperatriz. Hay que pensar en cómo nos cuentan el viaje y cómo construyen las relaciones entre personajes, especialmente en las conversaciones íntimas desbloqueables.

Desde el punto de vista de Melia, empezamos a ver las consecuencias de los eventos del juego principal y el destino de los Éntidas y los Mákhina en general y de algunos personajes con cabos sueltos en particular. Resolviendo poco a poco sus problemas para alcanzar al señor de la niebla y recuperar la capital imperial, vemos como la protagonista se va dando cuenta de muchas cosas que ha estado ignorando deliberadamente y cómo repara, en última instancia, sus relaciones con sus raíces.

Por otro lado, contamos en el equipo con dos de los hijos de Riki, Kino y Nené. Si bien en una primera instancia se muestran como un burdísimo alivio cómico que nos saca momentáneamente de la narrativa, conforme vas escuchando qué tienen que contar, cómo resuelven sus misiones secundarias y sus conversaciones con los personajes, obtenemos un curioso desarrollo de personaje para Riki. Es bastante interesante ver cómo una serie de anécdotas y recuerdos son capaces de construir sobre las bases de alguien que se pasa fuera de plano durante todo este epílogo.

Pero al fin y al cabo, esta expansión no deja de ser algo totalmente prescindible a nivel narrativo. La evolución de Melia es real, sin duda alguna. Pero no puedo afirmar con certeza que aporte algo a un conjunto que ya estaba cerrado de por sí. No deja de ser un pequeño arco de personaje post-script que podría haberse resuelto con alguna que otra cinemática a posteriori de créditos —aunque eso implicase un desarrollo algo más parco— y las referencias a los churumbeles nopon y el destino del resto de personajes podrían haberse diluido a lo largo de la aventura principal.

No me malinterpretéis, se trata de una experiencia agradable. No deja de ser una aventura en la que volvemos a disfrutar del mundo de Xenoblade de otra forma, con un sistema de combate ligeramente modificado y algunas mecánicas nuevas. Pero me entristece ver que, como ya pasó con otras expansiones, la expansión no es nada atrevida e incumple lo que promete. Podemos debatir si todo esto es preparar el terreno para una tercera entrega en la que Melia, como Éntida de esperanza de vida amplia, tenga cierto protagonismo y que ese mal fario que hemos visto desde aquí tenga significancia en el futuro. Podemos hablar de muchas cosas y probablemente tenga sentido hacerlo. Futuros Conectados me gusta, al fin y al cabo.

Pero a estas alturas, eso no me basta. Tras un Xenoblade Chronicles y un Xenoblade Chronicles X capaces de reventar sus respectivas consolas y de tenernos con giros de guion hasta el último instante, Xenoblade Chronicles: Futuros Conectados no hace con acierto ninguna de esas dos cosas y más que ilusionarme de cara al futuro no hace sino preocuparme por él. ¿Ha acabado la excelencia de la saga —y con esto no quiero decir que esté siquiera por debajo del notable, simplemente que su factura técnica y narrativa no está a la altura— y ahora nos toca esperar con miedo a ver qué nos depara la próxima aventura de Monolith B?

No quiero pensar muy fuerte en ello ni mucho menos soñar con lo que depara a la franquicia. Me limitaré a disfrutar tal y como venga y a volcar mi opinión y mi cartera en las cosas que sí que todo este Definitive Edition hace bien. Pero de eso ya hablaremos cuando llegue a la reseña del juego al completo.