
Super Mario Maker 2
Nintendo
Nintendo Switch
LANZAMIENTO: 28/06/2019
Hace ya un lustro que vimos en nuestras Wii U el primer Super Mario Maker. Para una consola con un catálogo tan limitado —si bien rico—, una herramienta que te permitiera tener niveles ilimitados de Super Mario Bros, Super Mario Bros 3, Super Mario World y New Super Mario Bros U. era un caramelo muy goloso, así que me hice con él sin mucho dudarlo que disfruté a pesar de sus carencias hasta que la llama se fue apagando.
Así que me lancé igualmente de cabeza a Super Mario Maker 2. Tras un port no muy aclamado en Nintendo 3DS, tener una idea así fuera de casa soñaba prácticamente a sueño, especialmente con las unas mejoras que prometían hacer el título más redondo y un modo historia que, oye, de alguna forma daba un poco de jugo a la experiencia vanilla e inspiración a los creadores.
Y tras unas escasas horas de juego más allá de completar el modo historia —una maravillosa adición que justifica, al menos, una decena de horas de juego con niveles creados por el equipo de desarrollo— recordé qué fue lo que me alejó del original. Tal y como postulaba en su día Theodore Sturgeon, el noventa por ciento de todo es basura. Máxime en un título impulsado por la creatividad del fan que comprende hasta el pequeño Timmy de cinco años que pone cinco bloques mal distribuidos como el troll que decide esconder caminos para finalizar el nivel y te envía a un laberinto irresoluble.
Como persona que prefiere enfrentarse a las propuestas de los demás a crear las suyas propias, sin un hilo conductor, la única forma de disfrutar del título era navegar por Internet y buscar, uno a uno, códigos de niveles que se prestaran interesantes. Además, en la última actualización del juego tuvimos algo que centralizaba aún más esa búsqueda en el editor de mundos… ¡Ahora podríamos acumular paquetes completos de niveles con un par de clics! Y ahí el título sí que muestra su verdadera cara. Niveles imaginativos de todas las formas y colores, adaptaciones de las mayores locuras que podamos echarnos a la cara y ese y un poco más de los productos desarrollados por Nintendo.
Porque una vez alcanzas el cremoso núcleo del juego, es la maravilla que promete. La diversión de cinco variantes de Mario —en esta secuela se une una suerte de adaptación al plano de Super Mario 3D World— y un sinfín de mecánicas conocidas y por conocer es, sin duda, uno de los platos fuertes de la Gran N. A eso se le añaden los gráficos, música y presentación marca de la casa para tener un producto capaz de divertirte tanto como sugiera tu paciencia…
…o lo sería de no acumular una caterva de decisiones estúpidas. Para empezar, la sobredependencia del online. Es meridianamente lógico que un título basado en la comunidad deba tener un destino al que conectarse, pero no lo es tanto que el propio título te limite qué puedes llevarte a la calle. Con algo de suerte, puedes descargarte un número reducido de niveles individuales a la consola, pero ahí se queda la cosa. No puedes guardar en memoria, por ejemplo, un par de mundos destacables con los que entretenerte en un viaje, lo que limita sobremanera su capacidad como “juego portátil”. Al final, la importancia de la conexión es tanta que siquiera podrás marcar un nivel de un mundo como completado si al hacerlo tienes problemas de conexión.
Tampoco es inteligente limitar la carga y descarga de niveles al servicio online de pago. En la era que nos ocupa ya tenemos prácticamente asumido que un multijugador —aunque carezca de servidores más allá del matchmaking— nos va a hacer pasar por caja, pero… ¿La principal funcionalidad del juego? Es una idea horrible que convertirá nuestro cartucho en poco más que una versión de prueba si no pagamos la cuota.
Pero de nuevo la identidad y posibilidades del juego nos hacen evadirnos de lo que son decisiones tan ilógicas y nos llevan a un título que debajo de las capas de ideas estúpidas y creaciones basura, una comunidad fuerte y creativa le da fuerte a los pedales de un motor inteligente, accesible y hecho con el mayor de los mimos a la saga que representa.
Y, por eso, Super Mario Maker 2 es una parada obligada para el fan del fontanero. Una que te hará soltar unos pocos tacos al encontrarte con sus estupideces, pero un título sólido en su corazón y que da mucho juego a creadores y jugadores.