Minirreseña – ‘Yakuza 6: The Song of Life’

Yakuza 6: The Song of Life

Ryu ga Gotoku Studio

PlayStation 4

LANZAMIENTO: 27/02/2018

Tras dos títulos multiplataforma, Yakuza 6: The Song of Life entra por la puerta grande como la primera entrega de la franquicia desarrollada en exclusiva para la séptima generación de consolas.

Esta nueva historia es el broche final a la heptalogía —no olvidemos la precuela Yakuza 0— de Kiryu Kazuma, que a pesar de acercarse ya al medio siglo y ser un abuelo —de forma literal, ya que cuidaremos a Haruto, su nieto adoptivo—, sigue haciendo honor a su sobrenombre de Dragón de Dojima y siendo una fuerza que cualquier parte de una conspiración debe conocer.

Esta entrega nos presenta también un cambio de motor: ahora la acción corre a cargo del Dragon Engine, la apuesta del estudio para hacer el título mucho más abierto y dinámico que los que vinieron antes. Gracias a él, muchas transiciones que antes frenaban la acción —como la carga de ciertos combates, la entrada a edificios o interacciones con el entorno—, son inmediatas y posibilidades como llevar un combate al interior de una tienda rompiendo sus cristales son posibles. Eso sí, al ser el primer título con este nuevo engine y haber jugado a los posteriores, es innegable que se notan las costuras y falta de pulido.

En contraparte, esta entrega cuenta con Kiryu como único personaje jugable y con sólo un estilo de combate. Por suerte, la progresión de personaje está mucho más desarrollada y contaremos con un número muy elevado de habilidades desbloqueables, pero no lo suficiente como para justificar una falta de variedad así. Por suerte, la variedad de los minijuegos y formas de llegar a historias secundarias sigue intacta y su profundidad ha ganado varios enteros, por lo que la experiencia Yakuza sigue manteniéndose en una nota alta.

En ciertos aspectos, el broche narrativo final es perfecto. La historia de esta entrega es capaz de cerrar no sólo muchos de los cabos abiertos sino muchos sutiles ciclos que se van mostrando poco a poco durante la saga. También es capaz de integrar un buen puñado de nuevos elementos sin que se interpreten como añadidos de última hora y nuevas amenazas, tanto internas como externas, que mantengan la tensión a flor de piel.

Por otro lado, hay ciertas decisiones que un servidor ha de cuestionarse. Puedes entender esta última entrega como el final de Kiryu, pero no creo que sea el único pilar absoluto de la franquicia. Sacar del encuadre a varios personajes emblemáticos durante casi la totalidad del juego es una idea muy arriesgada que, si bien puede funcionar con algunos jugones, ha sido incapaz de resonar conmigo.

Eso sí, la sensación al ver cómo la pantalla se quedaba en negro indicando que ya no había más ha sido una de las mayores sensaciones de vacío que he experimentado. He vivido viajes intensos, pero pocos como éste. Brindo por el estudio. Gracias.