
Final Fantasy VII Remake
Square-Enix
PlayStation 4
LANZAMIENTO: 10/04/2020
Resumir mi reacción a Final Fantasy VII Remake en unas pocas palabras es una tarea ardua. Es de estos juegos que da para ríos de tinta dada la relevancia del original en el imaginario colectivo y la expectación de esta versión reimaginada del clásico de PlayStation.
Así que vayamos a la síntesis, del inmediato al pensamiento resonante: este juego me ha encantado y va a ir sin duda alguna a ese club de los juegos selectos. Ver cómo lo que en mi infancia no eran más que unos cuantos fondos prerrenderizados —eh, era puntero tecnológicamente en el ’97— tomar forma y vida de esta forma es uno de esos momentos mágicos que no se pueden pagar con dinero. Ver cómo esos muñecos de baja carga poligonal se convierten en unos modelados fotorrealistas llenos de personalidad en un lenguaje corporal y una entrega de actuación de voz —desgraciadamente no contamos con doblaje en castellano, pero tanto el elenco original como el nuevo cast americano hacen un impecable trabajo— tan como de lo imaginabas es mágico, a pesar de las apariciones secundarias de estas dos décadas.
Porque, aunque haya pasado todo este tiempo, aunque una Compilación y un puñado de crossovers los hayan desvirtuado, Final Fantasy VII Remake nos trae a los personajes tal y como siempre han sido y como siempre deberían ser. Y una Midgar que, si bien se expande en horizontal —un poquito menos de lo que esperaba, todo sea dicho—, se alinea perfectamente con muchos de los elementos de nuestra imaginación.
Y es que una parte importante de mi tiempo de partida se dedicaba a analizar la atención al detalle. Carteles que hacen más profunda la construcción del mundo que nos rodea, comentarios de algún personaje aleatorio que dotan de contexto a las barriadas… Incluso detalles de los fondos estáticos que sólo ves de lejos. La sensación de, al mismo tiempo, estar visitando un lugar que conoces como la palma de tu mano y de acercarte a un mundo totalmente desconocido.
Quizá el diseño de niveles peque de innecesariamente pasillero —la palabra de moda al hablar de títulos de la franquicia, al parecer—, pero me cuesta ver cómo eso es distinto del original. Sí, al ver el mapa muchos de los trazados que veremos se asemejan más unas líneas de no mucho grosor recortadas con las inclemencias del escenario, pero realmente es algo que no atenta contra el espíritu del original. No obstante, diría que la fijación de que la historia pase por todos los puntos del mapeado resta fuerza al potencial componente de exploración que una expansión como la que tenemos entre manos debería ofrecer, eso sí. Especialmente cuando realizar el contenido secundario se limita a pedirnos que visitemos de nuevo lugares por los que la historia ya ha pasado.
La jugabilidad en combate ha sido una grata sorpresa. Tomando las mejores ideas de los títulos clásicos de la franquicia, otros modernos como Final Fantasy XIII y otros del estudio como Kingdom Hearts, el resultado que hibrida los turnos y el tiempo real acaba convenciendo. Además, esta entrega se esfuerza en dotar de estilos y habilidades únicas a cada uno de los personajes, lo que reduce el desgaste de control y aumenta de forma notoria la capacidad de ejecución de estrategias del jugador aunque el equipamiento de materias pueda ser tan simétrico entre integrantes como el original.
Fuera del combate también se siente un juego vivo. Ya no sólo por la atmósfera de muchos de los episodios, sino por la abundancia de cosas que hacer mientras avanzas y los pequeños diálogos entre personajes mientras lo haces. Un buen puñado de minijuegos aderezan el título y unos tantos retos y colecciones te dan aún más por hacer, con bastante acierto.
Entre estas colecciones me gustaría destacar las varias decenas de discos musicales obtenibles para la gramola. No sólo consiguen dar de personalidad a ciertos habitantes o localizaciones uniéndonos a ellos a través del vínculo de la música sino que el contar con unos temas lo-fi que nos traigan recuerdos de zonas no alcanzadas aún juego original y de la franquicia en general es la guinda en el pastel de las numerosísimas composiciones y arreglos de alta calidad.
Pero si entramos en terreno de spoilers la cosa empieza a tornarse un poco más oscura. Sin entrar en muchos detalles sobre la trama, existen ciertas desviaciones del original que han suscitado polémica y varios fuegos en Internet. No creo que sea éste el sitio de analizarlas de forma pormenorizada —tiempo al tiempo, si pulsáis ese “leer más” quizá encontréis más al respecto—, pero sí de presentar un poco mis sentimientos al respecto.
Es… algo con lo que me ha costado hacer las paces. La idea tiene potencial y, bien llevada, puede tener efectos interesantes en posteriores entregas, siempre y cuando se encarguen de respetar de otros modos el paso por las Estaciones del Canon. Pero la ejecución es universalmente horrible y no creo que sea siquiera propia del mundo o el género que se nos presenta.
No obstante, no puedo juzgar el juego al completo por ese grupo de secuencias. El juego, a pesar de todo esto —y de algún que otro remiendo gráfico y de calidad de vida que pueda necesitar— mantiene su calidad en lo alto. Pero por desgracia, algo así me impide alzar el escudo en defensa absoluta.
Dejemos mi opinión pues en lo que abre esta sección: el juego me ha encantado y, flecos aparte, tendrá un lugar en mi propia estantería de honor.