
Murder by Numbers
Mediatonic
Nintendo Switch, PC
LANZAMIENTO: 05/03/20
Ya desde el anuncio, el concepto de Murder by Numbers me atrapó: ¿una novela visual de misterio al más puro estilo Ace Attorney que además te hace resolver nonogramas por el camino? ¿Dónde había que firmar?
Pero las apuestas no dejaban de subir. ¿Que la banda sonora también iba a recordarme a Ace Attorney porque Masakazu Sugimori estaba al timón? ¿Que Hato Moa nos traía los más que carismáticos diseños de personaje? Eso tenía que jugarlo.
Las expectativas estaban altas. En los primeros minutos, descubrí que la presentación y el tono ya se ponían en buen lugar —no había más que ver que el primer puzle sería un tampón del bolso de nuestra protagonista— y poco a poco fui testigo de cómo se dibujaba de forma magistral esa historia inspirada en los noventa.
Pero no esos noventa nostálgicos en los que todo era brillante y mejor, no. Unos noventa que, a pesar de las miles de referencias que nos sacarán esa sonrisilla, era una época en la que el racismo, sexismo y homofobia eran mucho más rampantes de lo que lo son ahora. Unos noventa en los que a pesar de la —clara y muy correctamente representada— incomodidad por el acoso sexual, los famosos podían permitirse incluso jactarse de ello en público. Esos noventa de Bojack Horseman.
A lo largo de cuatro casos me quedó clara una cosa: Murder by Numbers debería volverse una saga. El carisma puro de los personajes, el ambiente tan bien cuidado y una buena pluma en la silla del escritor hacían el cóctel de la novela visual una maravilla.
¿Y los puzles? Definitivamente, también. Si bien tengo alguna que otra queja respecto a los nonogramas sobre funciones de Quality of Life que echo de menos y pienso que en los últimos compases del juego son tan frecuentes que rompen la acción, cuentan con una curva de dificultad perfectamente medida —tanto los que forman parte de la historia como los que se presentan de forma extra— y un número nada desdeñable en una jugabilidad que Jupiter ha demostrado que ya está a prueba de bombas. Los rompecabezas basados en mostrar pruebas son mucho más sencillos —y sin ningún tipo de castigo al cometer un error, lo que nos permite disfrutar de divertidísimas interacciones sin preocuparnos por un contador de salud o la puntuación—, eso sí.
En resumen, una experiencia imprescindible a los fans de ambos géneros y bastante recomendable si sólo adoras uno de los dos pero el otro te da un poco más igual.