Ah, el cambio de milenio, grandes tiempos aquellos. En especial, para vivir la infancia y la adolescencia. El género de los ‘mon se empezaba a popularizar y comenzaban a salir series como churros. Las archiconocidas Pokémon y Digimon, el tercer y olvidado competidor Monster Rancher y algunos inventos raros como Beyblade eran el pan con nocilla nuestro de cada sábado por la mañana.
Pero si había una que recuerdo con especial cariño a pesar de su corta vivencia en occidente es Medabots. Ya desde pequeño tenía adoración por los robots y lo que parecía ser un “hazte con todos” donde “todos” eran piezas robóticas para unos exoesqueletos me hacía babear. Especialmente, el RPG para Game Boy Advance que más tarde descubriría que fue un remake de Medarot 2.
Y, viendo cómo sus entregas (que siguen siendo editadas en el país del Sol Naciente) se nos escapaban de las manos, Level-5 anunció muy de tapadillo un videojuego sobre robots personalizables con los que combatir. Sí, unos años tarde (el original se remonta a Danball Senki en PSP hace ya más de cuatro años), pero Little Battlers eXperience, como se llamaría en occidente, me llamaba la atención poderosamente.
Y qué demonios, si la compañía me hizo disfrutar un videojuego de fútbol como si fuera un crío, ¿cómo no iba a funcionar con robots?
Pero bueno, dejemos de hablar qué me atraía del juego y tratemos el qué pienso de él. Bien empezaba, ya que al iniciar la partida en Nintendo 3DS me presentaban una de esas escenas de animación tan cuidadas de las que hace gala la desarrolladora. Eso sí, en perfecto inglés (aunque perfectamente subtitulado en castellano), y con un doblaje que no está a la altura de los que se hacen en castellano, presentándonos voces ligeramente discordantes con la edad aparente de los personajes o actuaciones demasiado americanizadas. No obstante, una vez que nos acostumbramos a esa barrera, podemos entrar de lleno en un mundo de… ¿cajas de cartón reforzadas?
Porque si bien la premisa incluye robots de bolsillo, lo hace de una forma muy bien cuidada. Inicialmente, la producción de LBX se volvió tan peligrosa para los niños que los operaban que tuvieron que sacarlas del mercado. Al menos, hasta la invención de unas cajas de cartón tan resistente que permiten las trifulcas de los robots epónimos sin suponer un riesgo para sus jóvenes (y no tan jóvenes, ya que todo habitante de Japón y sus madres cuentan con uno) operadores.
Pero los épicos duelos y torneos que dan forma al género no serán lo único de lo que tendrá que preocuparse Van Yamano, el protagonista del título, ya que se explora, de forma muy acertada, los malévolos usos que se pueden dar a pequeños robots con potencial bélico y, como es de esperar en un argumento de este tipo, acabar salvando el mundo.
Y si bien argumentalmente nos encontramos con un producto muy bien cuidado y cerrado, tampoco podemos esperar grandes alardes, ya que para apelar al público más infantil tendremos que acabar soportando los clásicos clichés de la animación nipona infantil, aunque a un nivel soportable y totalmente disfrutable, que en alguna ocasión incluso sorprenderá con un giro de guión que no puedas predecir.
Por otra parte, donde sí que brilla Little Battlers eXperience es en sus capacidades de personalización. No sólo podremos editar cada una de las piezas de nuestro robot (brazos, piernas, cabeza y torso), sino que podremos equipar varios tipos de armas y escudos que cambiarán la jugabilidad de nuestro robot, así como modificar los entresijos de su placa base para añadir motores, memorias y otros elementos con los que mejorar nuestro luchador. Y, además, una gran variedad de ataques especiales con los que dar el golpe de gracia a nuestros rivales. ¡En total, cientos de componentes con los que realizar miles de combinaciones!
Todo ello con un apartado técnico ligeramente remozado de un título que ya se veía bien en la difunta portátil de Sony, por lo que nos parecerá, como poco, adecuado (un cel-shading bastante majo con alguna que otra ilustración anime) y, en la mayoría de los casos ágil. Cito la mayoría, ya que algunas de las decisiones de diseño del juego, como hacer tan corta la barra de tensión (permite atacar a fuerza completa) o que los enemigos derribados tarden en levantarse pero no reciban daños puede ralentizar mucho la experiencia. No obstante, con lo que nos proporciona sabe defenderse bien, aunque siempre es de agradecer que en futuras entregas se comiencen a limar esos pequeños desperfectos en lo que es un producto totalmente disfrutable.
Por otro lado he de decir que me ha sorprendido (aunque vista la trayectoria de la desarrolladora, era de esperar), la cantidad abrumadora de contenido extra con la que cuenta el juego. Si bien la campaña principal puede completarse en una docena de horas, tiene objetivos secundarios para parar un tren. Más de cien misiones (aunque, para ser sincero, algunas de ellas son más enervantes que gratificantes), cien combates clasificatorios de ajustada dificultad, torneos adicionales, combates contra robots virtuales generados a través de un juego de cartas…
Y no hablemos sobre si quieres hacerte con todos, especialmente si apuntas hacia las ediciones de Calidad Excelente o Suprema de las piezas. Definitivamente, uno de esos juegos que actuarían como un sumidero de tiempo si un servidor tuviese diez años menos y que ya intenta aferrarse como una lapa a pesar de la enorme cantidad de “trabajo pendiente” que pueda tener.
Y si bien cuenta con varios modos multijugador, ninguno de ellos es online, algo que trunca demasiado la diversión de algunas de las tareas que se nos encomiendan y pudiéramos llevar a cabo con la colaboración de nuestros amigos. Pero no en vano aparece el logotipo de Nintendo Network, ya que nos permite realizar descargas de contenido para presentarnos nuevas piezas con las que personalizar a nuestros metálicos amigos.
En conclusión, Little Battlers eXperience es un gran retorno al cambio de milenio y una carta de amor a los que lo vivieron en su más tierna infancia. Probablemente en esa época habría adorado ver todos los sábados y domingos su anime (que por desgracia, no ha sido emitido en España), hacerme con todos los tomos de su manga y construir un buen puñado de maquetas para lamentar que mi ladrillo de Nokia no pudiera pilotarlas.
¿Que le falta un pequeño hervor? Quizá, pero para eso está la secuela. Y si la franquicia arraiga en occidente, la veremos.